¿Hace cuánto que no haces una buena limpieza en tu clóset?

Tenía un buen tiempo de no visitar mi clóset con otros ojos, o mejor, dicho, con los ojos bien abiertos. No sé si a ti te pasa, pero a veces ese espacio de tu casa se convierte en un lugar donde acumulas, guardas, doblas, te aferras o a veces escondes. Déjame que me explique mientras me pongo algo profunda. Nos acostumbramos en la vida a tener un contenedor de compras por impulso, del resultado del 2×1, del ahora o nunca, de trajes de vidas pasadas que hoy no necesariamente te cierran, no por culpa del cierre sino de tu vida actual.

Pensaba en eso mientras me decidía sin contemplaciones dejar ir a ese vestido que jamás me volveré a poner porque parecería una chiquivieja o dalina jubilada de Nubeluz. O esos zapatos de esa renombrada marca pero que desde el día uno me sacaron ampollas y no me permitirían caminar con libertad. Ni qué decir de ese grito de la moda, que te grita todos los días que esa no eres tú mientras te mira desafiante en un colgador.

Pero también está ese buso de algodón amable, cariñoso que te acompañó fiel en la pandemia pero ya le toca pasar a mejor vida así duela no verlo más o esa camiseta que te costó un ojo de la cara pero tu otro ojo ya te dijo varias veces que pica y debe irse de inmediato. En nuestra vida social también acumulamos, guardamos, nos aferramos y escondemos. Acumulamos tiempo siguiendo a personas a través de nuestras redes sociales que mas que llenarnos, nos hacen sentir vacíos. Guardamos contactos que a veces confundimos con verdadera amistad.

Nos aferramos a tiempos pasados y escondemos por miedo o flojera (la flojera es para mi una consecuencia del miedo) nuestros verdaderos sentimientos hacia esa persona que no suma a tu estabilidad emocional sino la amenaza sigilosamente. En estos días te propongo que hagas esa limpieza valiente en todos eso contenedores físicos, digitales y emocionales que tienes.

Gana más espacio en tu disco duro, en tu memoria, en tus cajones y sobre todo en tu salud mental.

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