Necesitamos una celebración

Hace cuánto que no nos encontramos como peruanos?

Necesitábamos una celebración, 2022 comenzó con algunas noticias duras de índole familiar y semanas más duras aún. Mi esposo es fan absoluto de la fórmula 1 y este año me hizo recordar que yo también lo era, pero hacía muchos tiempo, cuando era tradición ver con Federico mi papá las eternas disputas de Senna y Prost.

Supongo que después de la muerte de Senna me desenganché y me olvidé lo que era tomar desayuno los domingos en la cama mientras tus héroes corrían a toda velocidad en la pista. Pero te estaba contando de mi re enamoramiento con la F1 y esa nueva disputa deliciosa entre Hamilton y Verstappen, la garra de Checo Perez, la experiencia de Alonso y el ímpetu de Sainz. Entonces ya sabía cuál era esa sorpresa que le daría a Samuel por su cumpleaños y esa escapada que tanto necesitábamos: Lo invité con mucho esfuerzo a la Fórmula 1 para el Gran Premio de México. Desde que pusimos un pie en el DF, la sensación de la carrera se vivía en las calles, cientos de personas por las veredas con el polo de su piloto favorito que era casi unánime: su compatriota Checo Perez.

Las marcas también habían encontrado la forma de estar en la fiesta, con publicidad, experiencias y mensajes alusivos al evento. Pero lo que más llamaba la atención eran los miles de turistas, entre ellos nosotros, escogiendo como niños un día previo a la carrera el gorro de su héroe motorizado. Y si bien el día central era la carrera del domingo, desde el viernes más de 395,000 personas se congregaron a disfrutar las distintas actividades previas. Tomarse un tequila o varios, degustar la sabrosa comida mexicana, pecar con el merchandising oficial de cada escudería que volaba en segundos y debía reponerse ante los voraces fans.

Pero fuera del autódromo de los hermanos Rodríguez, lugar donde se daría la carrera, la ciudad era una fiesta entre restaurantes todos reservados, hoteles ya sin reservas, ambulantes haciendo su octubre y el metro más fiestero y feliz que he visto en mi vida. Luego de la carrera y habiendo vivido uno de los días más divertidos de nuestras vidas como me decía mi esposo, después de haber visto en vivo y en directo a mis Idolos, comido tacos en un puestito delicioso mientras su dueño nos contaba sobre la política de su país y cantado en el metro arriba Perú con 3 amigos que nos hicimos en el trayecto de 6 estaciones, pensaba: El Perú y los peruanos necesitamos una celebración. No solo una que nos una, nos anime y nos contagie de orgullo, sino también que nos genere negocio, turismo, repercusión internacional.

Fue inevitable pensar en aquellos años grandiosos de Mistura, esos 3 primeros años para ser exacta donde nuestros cocineros con restaurantes de todo tamaño se reunían para que los peruanos nos sentemos todos juntos en una misma mesa. Un evento en el que las marcas encontraban la manera más inteligente de hacer cosas de impacto y que a la vez contribuían con nuestra gastronomía, un evento en el que periodistas de todo el mundo venían para recordar que la cocina peruana tiene un rol protagonista en el mundo. Un evento donde nos sentíamos ganadores así Perú no haya ido al mundial.

No sé si es Mistura quien debe volver pero lo que me queda claro es que necesitamos volvernos a encontrar y hacer que el mundo también nos encuentre.

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