Porque me siento un viejo búho con cuerpo de colibrí

«Fer, tu mamá es un viejo búho» Le decía a mi hija sonriendo. «Mama qué feo animal» me respondía ella. «Panzón, peludo y ojeroso»!


A pesar de su comentario debo reconocer que me seguía sintiendo sexy acerca de la idea de ser un viejo búho: Más sabio, calmado, vivido (recorrido suena un poco feo)

Quizás la perspectiva de Fer era la mirada de google cuando pones imágenes y te quedas solo en la foto. La mía era la de national geographic con la curiosidad que me despertó saber más de este animal y entender si estaba en lo correcto. Y no me equivoqué el búho es intuitivo y tiene una gran visión de las cosas. Sin embargo, Fer tenía un punto, si bien me gusta esta sensación de estar despanzurrada en mi rama, cómoda con mi independencia, con mis momentos de soledad y sin ese pánico a estar sola que me perseguía en mis veintes, tampoco es que sea una animal quieto y pausado.

Entonces llegué a la conclusión de que sí soy un viejo búho pero en el cuerpo de un colibrí. El colibrì también tiene una gran visión, aguda para ser exactos, tiene el cerebro más grande en el mundo de las aves y un pico largo y delgado que le permite chupar el néctar de las flores. Pero lo que más me gusta del colibrí es saber que el latido de su corazón puede alcanzar un máximo de alrededor 1200 latidos por minuto así que mega apasionado, es.


Felices 45 a mi el viejo búho con cuerpo de colibrí.

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