Necesitamos un enemigo en común

Toda marca necesita un enemigo que no necesariamente es su competencia como Burger King Versus Mc Donalds. Tu antagónico puede ser un tabú que buscas romper como Nosotras versus los prejuicios alrededor de la menstruación. Un problema ambiental que con tanto éxito están usando los autos eléctricos, o un país como lo demuestra Estados Unidos Versus Rusia en su vasta filmografía.

Pero esto es solo el reflejo de lo que nos pasa como seres humanos desde que el mundo es mundo. El cielo necesita del infierno para mostrar sus ventajas competitivas, la «U» del Alianza (y viceversa) para llenar un estadio, las cobras de los leones para el rating, Shakira de Pique y hasta el Pisco necesita de los chilenos para que los peruanos salgamos como unas fieras a defender su origen.

El enemigo es entonces, bien utilizado, un ingrediente no solo para generar conflicto sino vinculación emocional y apego. Y allí es donde creo que está la oportunidad como país. Creo que en el Perú necesitamos un enemigo. Sin duda en este instante pensarás que estoy loca porque ya bien polarizados estamos pero tengo un punto, lo prometo.

No vamos a convencernos los unos a los otros por argumentos racionales, data, estadística, clamores por la paz porque para muestra un tweet. A nivel de comunicación, estamos en una guerra ideológica, de egos, rencores, de dueños de la verdad que no se va a resolver ni con insultos ni con discursos de esperanza así sean en quechua. Necesitamos recordar lo que pasa entre las barras bravas que han sido protagonistas de ataques feroces de violencia pero que ante el mismo rival, se ponen la misma camiseta y canalizan toda su ira contenida hacia el mismo equipo de fútbol del país antagónico.

Necesitamos entonces un enemigo común, uno que no va a generar que nos abracemos entre bandos contrarios porque eso sería caer de nuevo en la demagogia de algún mal publicista vendiendo humo, sino en capitalizar todo nuestro fastidio, molestia, hartazgo, indignación hacia el mismo frente. No miremos al del costado sino al contendor del frente. Necesitamos tensión y mucha porque sin ella nadie presta atención y eso es una realidad.

Mi propuesta entonces es clara, dejemos el romanticismo y los manifiestos de unión entre posturas que no se van a poner de acuerdo, por buscar a ese enemigo común que nos haga luchar desde nuestras distintas trincheras. No conceptos abstractos como la paz y la justicia. Tiene que ser visceral, concreto, valiente, simple de entender, transversal, movilizador. Busquemos a ese enemigo y hagámoslo ya porque no hay más tiempo ni vidas que perder.

Share This