Quiero ser tú cuando sea grande

Llegó más témpano de lo pactado, su charla era a las 2:30 y sabía que estaría repleta así que como buena chancona, yo llegué a las 2 en punto para agarrar buen sitio. Diez minutos después apareció él, David Meltzer, ese ejecutivo brillante que fue inspiración de una de mis películas favoritas Jerry Maguire y que hoy dedica gran parte de su vida a compartir conocimiento. Lo primero que me sorprendió es que no se paró inmediatamente delante de todo su público esperando a que lleguen todos mientras miraba su teléfono.

Hizo lo opuesto: Se acercó a cada un de las personas que estábamos allí, nos dió un buen apretón de manos y se presentó como si no lo conociéramos. Pero si su introducción sacó de cuadro a los asistentes, su presentación también, no hubo una sola lámina de power point sino una pregunta que le tiró la pelota a la audiencia: Qué quisieras preguntarme para poder ayudarte? La pregunta era tan personal que hubo cierta timidez en las reacciones, hasta que él removió el gallinero recordándonos amablemente que si no tenemos claro qué queremos saber y qué necesitamos, nos perdemos el 80% de la utilidad de una charla.

Tengo que confesar que yo quería preguntarle todo: Su punto de vista frente al auge de la apuestas deportivas ( él ha sido de los representantes de atletas más importantes del mundo y bueno yo tengo un cliente que va a lanzarse con furia así que quería aprovechar 😉) , cómo se levantó de nuevo luego de haber llegado casi a la bancarrota en sus 30s, pero decidí hacerle una pregunta más personal por 2 razones que te explicaré luego.


Le pregunté si ese Hublot que llevaba aquel día era falso. Abrió sus grandes ojos , sonrió con complicidad y me dijo que sí. Luego explicó a toda la audiencia (que pensaba seguramente yo era una desatinada), por qué usa relojes de marca falsos. Contó sobre su infancia y lo pobres que eran, sobre su madre siendo profesora y sacando adelante a todos sus hijos. Sobre su tío adinerado que le regaló en su bar mitzvah un Rolex verídico pero que ante la burla de sus amigos que lo tachaban de pobre y de usar relojes de marca falsos, decidió no usar a pesar de lo mucho que le gustaba. Pero también contó que ese día juró que cuando tuviera mucho dinero y la posibilidad de comprarse todos los relojes de lujo del mundo, seguiría usando falsos, como un recuerdo constante de esa etapa. Luego contó cosas incluso más personales y se permitió mostrar su vulnerabilidad emocionándose hasta las lágrimas mientras hablaba de su madre.

Le pregunté a David sobre su anécdota de los relojes porque quería que sepa que me había tomado el trabajo de investigarlo, leerlo, estudiarlo. Quería que me recuerde y ojalá establecer un vínculo posterior y así preguntarle más cosas. Pero también le pregunté algo tan personal porque creo que su reloj de lujo falso es como un tatuaje que llevo en la muñeca y que dice: La dificultad genera evolución.


Terminó la charla y David nos dictó su teléfono, nos pidió que lo llamemos y le consultemos lo que querramos. Me acerqué al final a despedirme y a agradecerle por tanto, me miró fijamente y me dijo: gracias a ti , sigamos conversando. Un día después tenía una invitación del mismo David para participar en su programa de mentoría personalizada.

Lo que puede valer un falso reloj 😉.

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