Todos necesitamos un domingo


Sobre cómo canalizar diferencias.

Llegó un domingo y de allí su nombre. Estaba asustado, visiblemente golpeado por la vida y quién sabe por quiénes más. De pronto Samuel, cruzó miradas con él, cosa difícil porque las ramas y hojas sumado a su pelo negro que se mimetizaba con la oscuridad del hueco entre las enredaderas donde se había escondido, hacía casi imperceptible divisar esas dos lamparitas marrones que tiene como ojos. Inmediatamente le bajó agua y comida que puso estratégicamente en la palma de su mano para establecer confianza.

Carlos y Javier custodios de la seguridad del edificio, se derritieron desde el primer lenguetazo y decidieron desde ese segundo, cuidarlo también con la misma pasión como al edificio. Italo, viajero de carreteras empedernido y padre de 2 chicos de 4 patas, se puso unos buenos guantes, trajo shampoo, una manguera y le dio no sólo lo que sería su primer baño sino la liberación inmediata de las antipáticas garrapatas que se habían apoderado de todo su cuerpo. Denis veterinario brasileño, abnegado padre de dos hijos junto a Alejandro, lo curó de inmediato mientras los desparasitaba.

Estrella flamante dueña del penthouse y próspera empresaria comenzó a mandarle nutritivas sopas todos los días. Cecilia, arquitecta ya con dos hijas mayores le regaló una cama y sus hijas que incluso no viven en el edificio, dos platos lindos. Rosalía, paseadora oficial de la bella Nala, fue la primera en ayudarlo a romper el hielo de salir a pasear por primera vez y romper su pánico de que lo dejen por el camino y ya no poder regresar a su nuevo hogar.

Los vecinos de la cuadra no se hicieron esperar, cada día Domingo tiene un nuevo paseador, un snack para engreirlo o nuevos amigos perrunos que vienen a corretear con él mientras se mojan divertidos con los aspersores de agua en el jardín. Y tú te preguntarás por qué te cuento esta historia de la vida real que presencio todos los días en mi edificio? Porque no encuentro mejor analogía con algo que debería ocuparnos como personas y profesionales: Lo poco que hemos entendido que las diferencias son probablemente más importantes que las semejanzas cuando se trata de resolver un problema, llevar adelante una causa, cumplir de verdad un propósito.

Me explico. Muchas marcas y ONGS con propósitos loables, le siguen hablando a las mismas personas, a los mismos tipos de compañías y de la misma forma. Asimismo, hay miles de iniciativas fantásticas pero como bien dice el dicho, el infierno está lleno de buenas intenciones. La intención no basta y en muchos aspectos nos hemos convertido en una sociedad que dice mucho y hace poco. Que se aplaude y reconoce con premios pero que trabaja en silos. Así que ésta es mi propuesta: Necesitamos un Domingo, con mayúsculas sí, por sentido de urgencia pero también porque es el nombre de nuestro protagonista. Necesitamos encontrar qué es eso que mueve las visceras y las extremidades superiores e inferiores de hasta el más apático vecino.

Necesitamos dejar de buscar sólo a personas que hacen lo mismo que uno, o piensan como uno, para dejar que el “Domingo” sea el imán y la goma para que las cosas prosperen. Necesitamos complementarnos más y recordar que cuando el propósito es el protagonista y no la marca, convocas por instinto y eso amigos es mucho más poderoso que el compromiso.

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